Perú – Mucho más que Machu Picchu – 2° Parte

Por:Noemí Ontiveros

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VALLE SAGRADO

 Antes de emprender la aventura hacia Machu Picchu hay que adentrarse en el Valle Sagrado, lo cual es conveniente para irse acostumbrando a la altura, porque de allí salen los trenes que van hacia Aguas Calientes y, más que nada, porque hay mucho que descubrirle.

Para acceder a este punto es necesario volar de Lima hacia Cuzco. Existen aerolíneas de bajo costo, a mí me recomendaron LATAM, porque parece ser la más confiable en cuanto a puntualidad.

Llegar a Cuzco puede ser duro, yo, que me considero un poco hipocondriaca, estaba esperando la sensación de malestar o dolor al enfrentarme a la altura de dicha ciudad (3,400 metros),  así que, en el momento que sentí una ligera presión en la sien, corrí a comprar mate de coca en los puestos de afuera del aeropuerto, y, ya sea que tuve suerte o que es muy efectivo, todo salió bien.

Contábamos con un transporte arreglado previamente (que es muy recomendable en Perú por las distancias) en este caso Lima Tours, y nos llevaron como primera escala al mercado de Pisac.

Pisac está en la frontera entre ser un tourist trap o trampa para turistas, pero tengo que aceptar que es donde encontré más artesanías andinas de bajo perfil y me divertí mucho regateando. Hay que tener claro que la alpaca, vicuña y demás objetos que se venden aquí es muy posible que no sean auténticos.

Nos dirigimos hacia Ollantaytambo y en el paisaje observamos de repente a las personas de campo con vestimentas tradicionales y sus llamas. ¡Es muy emocionante ver a estos animales tan simpáticos con sus cuellos largos y sus crías, que son de las cosas más tiernas del mundo!

También observamos sobre las casas una pareja de toros, que hasta donde entendí son amuletos de buena fortuna.

Ollantaytambo es un punto céntrico y estratégico a pesar de lo pequeño que es. Tiene aire de montaña y su extensión termina justo con las vías del tren y el límite del río Urubamba.

Hay una sensación de pureza en este sitio. Las calles son pequeñas y al fondo se observan las montañas, sus callejoncitos con pequeños riachuelos son dignos de foto.

Nos quedamos en “El albergue” que es un hotel pequeño, rústico y acogedor, con un encanto de montaña. Su ubicación frente a las vías es ideal para tomar el primer tren al día siguiente, y el restaurante sirve buena comida.

La visita a la ruina de Ollantaytambo es obligatoria, no sé por qué no existe más difusión de este sitio, ya que es sin lugar a dudas una de las ruinas más interesantes del país. Por lo que entendí, era un espacio de descanso y observación de los incas y la vista del valle que se percibe desde arriba es muy bonita.

Si se cuenta con guía es mejor para no perderse la experiencia.

Seguimos hacia Maras, una salina muy impresionante. La sal de Maras es famosa en el Perú y se utiliza mucho en su gastronomía, tiene un sabor más salado que la sal de mar que conocemos y aparentemente ciertos beneficios para la salud, o al menos eso dicen ellos. Las “albercas” naturales que se van formando con el agua salada, tienen diferentes tonalidades de blanco a rosa, que crean la opción de una foto muy bonita.

Moray, era un laboratorio de los incas donde experimentaban las diferentes alturas para la siembra y cultivos de sus productos, sus formas circulares casi perfectas y los escalones hasta el centro del círculo son imponentes.

Ya a media tarde, se antoja una pausa para un pisco sour, que advierto, se puede volver adictivo y hay que tenerle respeto, su grado de alcohol es alto y después de uno ya se siente su efecto.

El Tambo del Inka es un lugar ideal para pasar la tarde. Hay que reservar antes y no siempre hay disponibilidad, pero es un resort muy lindo. Hospedarse aquí debe ser perfecto, ya que cuenta con un spa que dicen es muy bueno, además las habitaciones tienen como vista el río Urubamba. La alberca (mitad techada y mitad abierta) se antoja también esperando esté caliente.

 

LA TRAVESÍA A MACHU PICCHU

Ese día hay que levantarse de preferencia muy temprano para aprovecharlo, hay gente que prefiere llegar una noche antes para irse muy temprano, o muy tarde. A mí me dijeron que Aguas Calientes era muy feo, y tenían razón. Al ser el punto de acceso, se vuelve un embudo de millones de turistas, y un embudo nada bonito no me parece un sitio donde quiera estar mucho tiempo.

Tomamos entonces el tren desde la puerta del albergue e inició una aventura con la que llevaba soñando un tiempo.

Los trenes de Perú Rail están muy bien, elegimos el Vistadome que es de perfil medio, ni el más barato (Expedition) ni el más caro (Hiram Bingham), que parece de alguna película de Wes Anderson y que lleva por nombre el del explorador americano que descubrió Machu Picchu. (Definitivamente tengo que viajar en ese algún día.)

El Vistadome cuenta con techos de cristal y ventanas amplias, lo que hace el trayecto muy disfrutable. Con el río Urubamba corriendo por un lado y montañas nevadas como la Verónica por el otro, es emocionante ver a los turistas con una expectativa diferente de lo que será su experiencia en la icónica ruina.

Después de un poco más de una hora se llega a Aguas Calientes y salir de su estación es algo similar a estar en La Villa en un día ocupado. Miles de guías recolectando a sus turistas para salir y caminar hasta formarse en una línea similar a la de un parque de diversiones donde no hay fast past.

Todas esas personas esperan el acceso a un camión, que es la manera más accesible de subir por esas montañas en formas triangulares que nos van preparando para lo que veremos.

La llegada es algo que no esperaba tan accesible. Yo imaginaba que iba a caminar por una especie de jungla y de repente, después de una caminata, me toparía mágicamente con la ruina. No es así, se llega y hay un hotel (bastante caro parece) y las entradas son ordenadas (hay que comprar el boleto con mucha anticipación por internet, sobre todo si se quiere subir al Huayna Picchu). Después de un minuto, uno se topa con la foto que ha visto siempre, pero es mejor. Machu Picchu (que quiere decir montaña vieja) es abrumador, no decepciona a pesar de la cantidad de turistas que la visitan diariamente.  Su entorno es completamente espectacular, con las nubes al nivel de las montañas y una energía muy especial, es una maravilla subir, bajar y darse el tiempo del explorarlo.

Es bastante grande, bien se pueden pasar dos horas visitando diferentes habitaciones, y, obviamente, en los mejores puntos para fotografías hay que esperar su turno.

Con un guía se aprecian mejor todas estas maravillas que los incas dominaban en torno a la iluminación, el modo perfecto en que unían las piedras, etc.

Para los aventureros, se puede comprar el acceso al Huayna Picchu, la montaña más alta desde donde se puede percibir la forma de halcón que tiene Machu Picchu visto desde las alturas. Existen pocas entradas para esta subida por día, por lo que hay que verlo con tiempo.

Otra forma de experimentarlo y que me gustaría hacer algún día es el Inca Trail, una caminata guiada por los antiguos caminos de los incas en donde a lo largo de 4 días se camina, experimentando la naturaleza, las aves particulares de la región, se acampa (ellos se encargan de todo) y finalmente se llega a Machu Picchu por una especie de puerta natural de la montaña, que debe de ser espectacular.

Al terminar nuestro recorrido por este increíble sitio, emprendimos el regreso y llegamos en tren a Cuzco.

 

CUZCO

Cuzco (o Cusco como los peruanos lo escriben) es una gozada, el centro tiene este encanto de pueblo encantador de casas blancas con tejas rojas y puertas azules. Una combinación que nos recuerda la sierra mexicana y, a la vez, algo en el Mediterráneo. Está lleno de plazas con fuentes y flores, restaurantes, y tiene una personalidad especial que equilibra lo frío de su clima en invierno con lo cálido de su arquitectura.

No se necesita tener un plan específico, es suficiente con tomarse el tiempo de caminarlo, perderse entre sus callejones y entrar a lo que llame la atención, que en mi caso fueron varias cosas.

La catedral de Cuzco es muy imponente, nunca me había tocado ver tantos espejos dispuestos en los altares, lo que parece ser una tradición local que me gustó mucho. Los espejos con marcos dorados están por toda la ciudad, así que no pude resistir la tentación de comprar los míos para nunca olvidar esta experiencia.

También tiene una historia con los terremotos, por lo que cuando los cusqueños empezaron a pedirle a uno de sus Cristos para que los detuviera los temblores empezaron a desaparecer, se volvió una tradición el venerar a esta imagen con devoción.

Algunos ex conventos ahora son hoteles de lujo, por lo que me permití un pequeño scouting para conocerlos, y recomiendo: Palacio Nazarenas, El Monasterio y El Convento.

El Museo de Arte Precolombino es muy recomendado, ya que hicieron una remodelación fantástica del espacio, donde se pueden observar tesoros de la artesanía inca: oro, plata, e interesantes diseños en cerámica.

 

COMER EN CUZCO

 Al estar en lo alto de la montaña, los ingredientes naturalmente son muy distintos a los de Lima, que está pegada al mar.

Acá no es común ver cebiches, en Cuzco comen mucha alpaca (una especie de llama), y francamente, después de la amistad que desarrollé con algunas de ellas, me sentía muy culpable de probarlas. La probé por chisme y depende mucho de cómo se cocina, en una brocheta me supo jugosa y muy buena, pero en hamburguesa, me pareció muy fuerte.

Comen también cuy (o cuyos para nosotros), una especie de roedor que pareciera entre hamster y conejo y que son muy suavecitos y tiernos. Francamente no tuve corazón ni antojo para probarlo, aunque deben ser ricos.

Justo en la cuadra al lado de la catedral está Papachos, el sitio perfecto para comer después de haber caminado la ciudad. Papachos es el sitio de hamburguesas de Gastón Acurio, (el famosísimo chef de Astrid y Gastón) y las hamburguesas son inmejorables. Tienen combinaciones que nunca había experimentado, pero las disfruté muchísimo. Además, el sitio tiene una vista muy linda de la plaza principal y hay buenos cocteles.

No es muy visible desde fuera, pero es una puerta negra que hay que empujar y subir las escaleras. Hay mucha gente, por lo que llegar temprano es recomendado.

CHICHA es el gran favorito de Cuzco, también de Gastón Acurio, es un gran sitio para tener una cena deliciosa y probar combinaciones sorprendentes.


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